Versión “hard” del Santana de toda la vida, al que se la ha aumentado un trozo por salida que para calentar manos, pies y nalgas (de apretarlas) está perfecto. Ese kilómetro y pico inicial es más traicionero de lo que parece, con alguna izquierda de esas “canis”, que se te echa encima a la mínima. Una vez realizado el cruce a izquierdas, ya empieza lo más conocido del tramo, el cual tiene la misma fisonomía que la vida sexual de un varón de la especie humana. Primero todo hacía arriba, luego todo hacía abajo y al final (cada vez menos por el aumento de la incineración) alguno siempre entra al nicho (ese portón se cambia más que una modelo en un pase de Karl Lagerfeld). A lo que íbamos, una vez empezamos lo que era el antiguo Santana, lo primero que debemos de tener en cuenta es que en esos primeros kilómetros es que le da menos el Sol que a Chelo Vivares cuando iba vestida de Espinete, con lo cual… ¡Ojo patina!. En esa zona hay que tener presente que las derechas son para no perder el tiempo y las izquierdas para no salirte y lograr ambas cosas es bastante difícil. La zona inmediatamente anterior y posterior al pueblo de Carcedo de Lomes nos parece de los más atractivo del tramo, eso sí… ahí en Diciembre OJO. La bajada, pese a ser lo más solano del tramo, es la parte que más víctimas se cobrado durante más de 25 años. Alternando zonas de calcar mucho el pie derecho y otras de tener tacto con el pedal del medio, en especial en las izquierdas más metidas hacía el monte. La zona previa a la horquilla es lo suficientemente rápida como para que vuelvan lo ya casi olvidados dolores de nalgas. Y llegamos a la zona red social… esa zona en la que pese a llevar ya el tiempo del tramo que vas a hacer bastante encaminado o directamente para tirar al contenedor de residuos. La gente se motiva (alguna quizás en exceso) para de esta manera tener una foto muy guapa al lado de la Telefunken, totalmente cruzado a la altura del campo de fútbol.

Brieves Rallye School.